sábado, 29 de mayo de 2010

Llega el gran día... montado en el coche del insomnio


Tenía previsto escribir una entrada antes... describiendo que todo iba progresando bien. Ya se ha hecho tarde, y ya no tiene sentido decir que todo va progresando adecuadamente (como las calificaciones antiguas de la EGB)...

Pero ya se ha hecho el último entrenamiento en la piscina y una de mis monitoras me despidió con un "suerte para el sábado". Ya con eso tengo el primer impulso. Ya he hecho la última salida en bici por una ruta de 72,5 kilómetros (no me quiero privar de ese medio kilómetro), por la cual no tengo secuelas agujetosas ni de ninguna otra lesión significativa... segundo empujón en la mismisima tija. Y de la última vez que salí a correr ya ni me acuerdo, no porque haga mucho que ha ocurrido, sino porque no sufrí, no me resentí de ninguna lesión además de que fui depacito.

Aun así estoy algo temeroso y no puedo dormir bien. Y se supone que lo tengo todo bajo control... por qué será. No me siento que las tenga todas conmigo. ¿Me faltarás tú? ¿Será el tiempo que se está poniendo feo? ¿Será que me estoy creando demasiadas espectativas?

En fin... mañana a disfrutar desde que se engrase la bici hasta que la meta de nuevo en el maletero, es la única forma que conozco de que todo salga bien. Disfrutando y siendo positivos.

Lo que tenga que ser... será.

sábado, 15 de mayo de 2010

De perdidos... al río


Lo primero es lo primero, y eso es pedir disculpas por teneros abandonados casi dos semanas. El caso es que el primero de mayo (fiesta de los que trabajamos) hice el acuatlón de Sevilla, y quería contar no solo que tal me fue, sino además... todo lo que me pasó por la cabeza.

No tenía previsto participar, pero en el plan de entrenamiento que me enviaron desde la organización del Tri de Sevilla venía que había que hacerlo (como lo organizan los mismos, supongo que lo ponen para fomentar la participación). Me dije a hacer ese sábado un 3x300 en la piscina, pero recordé que es fiesta y que por tanto, cerraba. Así que, no sin antes pensármelo muchísimo, finalmente me inscribí. No sólo eso, sino que además me llevé por delante a una compañera de trabajo. Llegamos a pensar que estábamos locos porque no habíamos nadado nunca tanto, y menos en aguas abiertas, en un río. Y de repente... teníamos que hacer un kilómetro en el Guadalquivir... vaya telita.


Aunque parecía muy decidido... en el fondo, tenía mis dudas... por el hecho de que aun no estoy "maduro" en mi estado de forma ni en la natación, que nunca había nadado en río, que sería mi primera prueba combinada de estas características... en fin...


Un mar de dudas que permanecieron escondidas en mi cabeza desde entonces hasta la mañana del día D. Y digo que permanecieron escondidas, porque el jueves que eché mi inscripción (a última hora... mi fax entró en el último minuto límite) derrochaba decisión, ilusión, ganas, valentía... vamos, estaba hasta visualizando la victoria. Pero llegó el sábado por la mañana y me desperté después de soñar cosas negativas respecto a la prueba. Imagino que sería la basura de lamente... Ya no estaba tan decidido. Ya todo pintaba peor que el jueves... ahora me imaginaba el agua más negra. Había soñado con conceptos como que el agua estaría fría, sucia, con que haría un tiempo (en el concepto climático) gris y que por tanto apetece menos meterse en el agua, con que no sería capaz de acabar... en fin, sería que necesitaba ver el sol. Y lo vi y me tranquilicé un poco. Tanto que me llamó Laura y me dice "¿como estás?" y sin mediar otra palabra dije... "mejor, tranquilo..." como si ella supiera el calvario mental por el que pasé esa madrugada... si se llega a enterar no se viene desde Jerez.


Una vez en la carrera, lo de siempre, encontramos el sitio, recogida de dorsales, preguntas, reirnos con las cosas típicas de las pruebas combinadas que para nosotros eran nuevas (como que nos marcaran el dorsal en la pierna y el brazo con rotulador)... pero nos servían para meternos por la vereda del triatlón. Era como decirnos "aquí, las cosas se hacen de esta manera... acostumbraros". A medida que "sufríamos" esas cosas, más dentro del triatlón me veía... más "amoldado" a la prueba me sentía. Más sentido le veia a los entrenamientos.


Aún así, teníamos la oportunidad de nadar en el río y probarlo antes de la prueba, pero la indecisión, y la idea de lo lejos que estaban las boyas a las que teníamos que llegar... así como también un pelín de miedo, por qué no decirlo... nos quitaron las poquitas ganas que pudieran salir.


Línea de salida, todo son explicaciones para Laura. Que no te olvides de ponerte el gorro, haz las transiciones así y asao, tienes que buscarte como ponerte el dorsal... "¿y si voy sin dorsal? Total, ya lo llevo marcado en la piel como los toros" - "Ay Laura... qué paciencia tengo que tener". Llega el último clasificado de los federados, y por tanto, preparan la pistola para dar la salida a los no federados, alias, los paquetes.


Ya estoy un punto de no retorno y... PAM... salida. En ese momento, todas las estrategias de carrera, de equipo, las consignas de "Laura, primero vamos lentos y después a ver que pasa..." se fueron a por tabaco... para no volver... aquí se supone que nadie entrena y resulta que TOD@S corren una jartá . Dios mío... tengo que perder kilos y entrenar más... no puede ser que me arda el pecho nada más salir y quedarme descolgado. Corrimos por el parque del Alamillo, un caminito por el campo muy bonito, entre el verde y por la ribera del río... No llego muy bien a la primera transición... ni de clasificación, ni de pecho, porque decidí aflojar un poquito para no meterme en el agua con el corazón y los pulmones ardiendo y ahogado (más me iba a ahogar en el río). Busco mi box... tercera fila... tercera fila... con lo bien memorizado que tenía yo esto... si tendría que salir solo... OOOOOPS ¡que me he pasado! y yo ya pensando que me habían robado mi box, mis gafas de nadar y todo... media vuelta arrr... mira bien arrr... camiseta fuera, zapatillas fuera, me coloco el gorro, me pillo las gafas... me las voy colocando camino del pantalán... "Ay Dios mío" pienso, "que esta ya es de verdad, que me meto a nadar...que me tiro... que me tiro..." - "¡QUE TE TIRES!" Me dijo la jueza que estaba al final del pantalán.


¡Splash! Uy... si esto no está tan mal... el agua esta a buena temperatura... no hay algas en exceso (alguna ramilla suelta... poquisimo)... no está sucia... algo turbia, esto no es una piscina... una brazada... otra... ¡a buscar la boya! Sólo paré un par de veces pero no porque estuviera cansado (que también) sino porque, literalmente... no veía. Con la cabeza abajo, no se ve nada... todo verde, si acaso, ves al que tengas delante de tí un par de metros... Y con la cabeza arriba, el vaho y un poco de agua que me entró en la gafa... no me permitía ver con claridad en la lejanía. Así que hubo de parar, coger referencias... y seguir... Esto no es la piscina... que vas por tu calle y punto... aquí lo mismo estas haciendo un zigzag de cuarenta metros de ancho y ni te enteras... y te marcas cien metros más de la cuenta. Llego a la primera boya, giro... y tengo que deshacer el camino... que cansado es esto... por Dios (ya estoy nombrando demasiado al altísimo, fijaros como tiene que ser esto de agobiante). Tardo un siglo en llegar al último giro y encarar la zona de salida... encaro y flash... me da todo el sol en la cara, y veo menos que antes... que ya es decir... voy a ciegas, y hasta que no llego a treinta metros de la zona de salida del agua que veo a una persona levantándome los brazos... rectifico el rumbo... y me empiezo a salir como puedo... parezco un gato mojado... barandilla a la que me agarro aunque fuera como un clavo ardiendo, tranquilo y no le metáis prisa al nene... una cosa con la que no contaba... estando mojado, peso más... y me muevo de forma más torpe. Llegada a mi box... me seco con una toalla un poco, limpieza de planta de pies... zapatillas, camiseta y ¡corre! Aquí no hay tiempo para pensar, para lo bueno o para lo malo.


Estoy cansado y me cuesta coger ritmo, pero conforme avanzaba metros, mejor evolucionaba.

Llegada a meta, de los últimos, pero mejor que en el duatlón de Herrera. Aún hay que mejorar más... hay que entrenar más, o mejor, pero hay que perder michelines y ganar fondo. Fondo sobretodo eso, fondo, porque aunque son pruebas que por sí solas son muy pequeñas... (dos kilómetros y medio y nadar mil metros... o en el duatlón que tenía veinte kilómetros de bici) cuando las pones una detrás de la otra, seguidas... te entran muchas ganas de coger el sillón. Ya me lo dijo Nieves: "esto es duro, Vidal". "¡¿Y me lo dices ahora?!" :D

Ya sé lo que me espera en el río... no es para tanto... ya no me surgirán más miedos por eso. Ya estoy más motivado...

Y espero que leyendo esto... mis seguidores también. Y lo digo especialmente por alguien que no solo me sigue leyéndome, sino que además me "usa" como guía y motivación para conseguir sus objetivos...


Te ofrezco mi estela para que la sigas...