viernes, 30 de abril de 2010

Soy pijo



O sea... o no. No lo sé. Pero te juro por Snoopy que como me ponga a aprender algo nuevo o me de por un deporte nuevo... si es caro hay un porcentaje alto de posibilidades de que me guste. Algo así me pasó hace unas cuatro semanas, cuando me fui a Sierra Nevada a ver si aprendía a esquiar (me salió la oportunidad y me dio la "picá"). Mi experiencia en esto de las tablas en los pies era cero. Aun así me plante el miércoles por la mañana con el grupo a pie de pista de Borreguiles... y después de coger el equipo en la tienda de alquiler... los bastones, las tablas y las botas (con las cuales parecía Robocop... Dios mío como aprietan y qué rigidez) tuve las primeras experiencias de lo que era deslizarse por la nieve blanca. Un compañero que hacía las veces de maestro-sensei... me decía: "estas son las sensaciones que da el deslizarse por aquí... nada comparado con correr, caminar, ir en bici... etc". Y yo la verdad, bastante tenía con mantenerme en pie como para quedarme con las sensaciones de deslizarse por la nieve. En los primeros compases fui aprendiendo lo que era la cuña, que hay que ir echado hacia delante... pero echado sin miedo... ¡que te tires para adelante coño! Total, una subidita por la alfombra, un poquito de paseo... y vámonos al telesilla. Bajarse del telesilla ya es de por sí... una historia. El descenso por esas pistas (que eran fáciles, pero yo era muy novato) también es para echarse a llorar. Pero bueno, resumiendo, balance del primer día: siempre me caía al salir del telesilla y cada descenso de las pistas de principiantes se medía en caídas... es decir... "la he bajado en cinco caídas, en dos caídas...". Había aprendido a frenar... pero de culo.
El segundo día hice un par de subidas en telesilla con mis compañeros, y después cuando se fueron a pistas mas difíciles, me quedé yo solo, subiendo y bajando la alfombra... a coger sensaciones. Si no remonté y bajé ocho o nueve veces, no lo hice ninguna. Eso sí... ya aprendí más cositas, ¡YO SOLO! Después de comer, me hice un par de remontes con mi amigo en el telesilla y ya aprendí el truquillo del mismo e hice un par de subidas en telesilla yo sólo, con sus correspondientes bajadas... cayéndome una sola vez. Esto marcha. Y ese día me bajé a Pradollano en el telecabina con unas ganas enormes de que llegara el día siguiente. Y con los tobillos y espinillas hechas polvo de las botas. Tercer y último día. Subo una vez en telesilla con mi colega... truco pillado, bajo... y ya no lo hago tan "ortopédicamente". Con lo cual... mi amigo se esfuma y yo me quedo remontando en telesilla y bajando solo. En una de las bajadas, me cruzo con otro compañero, que sabe de esquiar la tira... y me dio un par de consejos... y con eso, ya tenía un dominio más que aceptable. Balance del ultimo día... no había ganas de bajar al autobus, solo ganas de seguir esquiando, cero caidas, y una chica que conocí en uno de los remontes... y bajamos un par de veces juntos. Un placer conocerte Mamen, y espero coincidir contigo alguna otra vez en Sierra Nevada y a ver si bajamos "El Río".
La próxima temporada repito, sin lugar a dudas, y como me siga gustando... me compro mi propio material... a preparar la cartera... si es que no puede ser...
Por si acaso... no me meto a dar clases de golf ni de coña.
Eso sí... me apunto a un gimnasio y no puede ser un gimnasio normalito, tiene que ser con piscina, pistas de padel, squash, una sala de musculación enorme... en fin, que yo he nacido para ser rico.
Saludos.

sábado, 24 de abril de 2010

Incertidumbre...

Tener incertidumbre sobre algo es un hecho que, cuando menos, nos inquieta... otras veces, la incertidumbre nos afecta tanto que nos da miedo e incluso llega a paralizarnos. El miedo a lo desconocido. Perdemos el control, dejamos de ser dueños de nuestros actos. Nuestro día a día puede convertirse en una constante superación de estos miedos e incertidumbres.
La incertidumbre fue lo que casi echa a perder mi jornada del pasado domingo, en la que participé en el Duatlon de Herrera (Sevilla). Me inscribí pensando en que debía ir participando en pruebas combinadas... para probarme en las transiciones, ver como estoy de forma e ir probando material. Con esas miras y sin apenas entrenar, más que un par de salidas a correr, me planté ese domingo en Herrera.Y empezaron a entrar en juego las incertidumbres, el no tener dominio de la situación. Cualquier hecho o factor, por nimio que fuera, se enunciaba en forma de incertidumbre, y eso me producía una sensación de desasosiego que empezaba ya a machacarme. ¿Seré capaz de terminar la prueba? ¿Seré el único que va con mountain bike? ¿Haré el ridículo? ¿Seré capaz siquiera de encontrar la salida y el lugar? (no conocía el sitio) ¿Valdrá mi bici a pesar de tener unos apéndices tan largos en el manillar? ¿Habré hecho bien inscribiéndome? ¿Valdré para las pruebas combinadas? ¿Qué hago aquí?
A medida que pasaba el tiempo y afrontaba cada una de las incertidumbres, las iba resolviendo y mi disfrute fue cada vez mayor. Fui capaz de transportar mi bicicleta sin muchos aspavientos. Me acompañó mi hermano con lo cual no fui solo. Encontré el pueblo y el lugar exacto para la carrera perfectamente, incluso había policías que me indicaban donde aparcar. Me preparé el material sin ningún problema y al rato me di cuenta de que no era el único "bicicletero-campero", hasta entonces no me atreví a presentar mi bici a los jueces. Justo entonces me dijeron que quizá sería mejor que le quitara los apéndices al manillar... pero al minuto, una de las jueces (muy caritativa ella) me permitió pasar con mis dos cuernacos... pero tomo nota de ponerle unos más cortos para la próxima. Memorización de la zona de boxes, para automatizar movimientos en las transiciones. Saludos por aquí, risas por allá, un par de trotes para calentar, minuto de silencio por el chaval que falleció en La cartuja un par de semanas antes y ¡PAM! Salida.
Cinco kilómetros de carrera. Dios ¿la gente cómo corre aquí tanto? Otra incertidumbre resuelta... estoy fatal de forma. Me arde el pecho, y las pulsaciones mías las podía hasta mirar en el pulsómetro del de al lado... y eso que no llevaba sensor. Necesito, simple y llanamente, entrenar más y todo lo que ello conlleva, que es acostumbrar a mi organismo a sufrir, a ser capaz de correr más, subirle el umbral del agotamiento, y hablando claro, a aumentar mi fondo. Pero bueno, ya estábamos en faena, y no ibamos a entretenernos ahora en quejarnos. Una pierna detrás de otra... que aún nos queda otra vuelta. Voy buscando referencias, compañía. Veo a Cristina del Triatlón Dos Hermanas treinta metros delante de mi. ¿Seré capaz de cogerla y engancharme a ella? Incertidumbre resuelta en dos curvas... NO... ella no es tu referencia ahora mismo, Vidal. Así que a seguir corriendo, hasta que la carrera me puso en mi sitio (como ocurre en todas las carreras) y fui alternando ritmo con una chica, con la que hice casi toda la segunda vuelta al circuito. Y llego a boxes... a coger mi bici... ya casí todos habían llegado y cogido la suya... y la mía estaba ahí solita... sólo quedaban algunas mountain bikes y una decena más o menos de carretera. La transición fue rápida y limpia. Pero claro, mi bici, está hecha para el campo, no para la carretera. De todas formas a dar pedales. Las de carretera que había dejado atrás en la transición me adelantaban con una facilidad pasmosa. Ésto es otro mundo... pero no te apures. Hice casi todo el sector de la bici con las cuatro o cinco últimas bicis que eran mountain bike como yo... me animaban, me marcaban el ritmillo. Y en verdad, me recordaba para mis adentros que con más entrenamiento podría hacerlo mejor. Tan sencillo como eso. Entrenamiento y menos kilos. Después de los veintidós kilómetros ciclistas de rigor, en los que no cumplí la máxima de dejarme llevar en los últimos compases del recorrido, para tener las piernas sueltecitas para que no me diera el petardazo, solté la bici. Tenía a mis compañeros de aventura ciclista a tiro. Me veía capaz de ganar a los cuatro, incluso... coger a mi compañera de mi primera parte de carrera, que con su flaca me había adelantado en el segundos sector. Sueltas el casco y a esprintar. Y una leche Vidalito. Tenía las piernas como dos sacos de cemento, y además me daban punzadas en los tendones de Aquiles debido que estuvieron machacados durante mis jornadas esquiadoras en Sierra Nevada un par de semanas antes (esto lo contaré en otra entrada). Era como llevar en las piernas dos sacos de veinticinco kilos de patatas.
Y vi como no era capaz de cogerles a todos. Me rezagaba. Así que el objetivo en ese momento era otro. ACABAR y que el último no me cogiera. Si era capaz de adelantar, pues eso que me llevaba. Pero ahí ya no habían incertidumbres. Necesitaba entrenamiento, mejorar mi fondo, mi resistencia, mi capacidad de decisión y lo que hay, amigo, es lo que hay, me acepté como tal... y vi que la situación, era la que era.. y punto, no había más. Sabía lo que había, y lo que había que hacer para cambiar algo si no me gustaba. Punto. Así que fue entonces cuando empecé a disfrutar y a saborear el sufrimiento. Incluso, cuando estaba deseando, anhelando llegar a meta... pensaba en lo que tenía que entrenar. DE LOCOS. Y llegué a la meta. Penúltimo, sí, pero llegué. Y satisfecho conmigo mismo. Y porque sé que tengo margen de mejora. Ahí ya no hay incertidumbre. Lo sé y punto.
Así las cosas, en este fin de semana (una semana después de la prueba) me diseñaré el entrenamiento, me apuntaré al gimnasio con piscina, y me pondré las pilas. Y espero que todo vaya a mejor. E irá. El entrenamiento no es más que eliminar incertidumbre, forjando seguridad, en lo que hago y en mi mismo.

sábado, 17 de abril de 2010

... y ésto es sólo el comienzo...


Hace no mucho tiempo, vi una película que trataba sobre la vida del matemático John Nash, y se hacía hincapié en la psicopatía (esquizofrenia) que sufría y la sintomatología que le producía, que no era otra cosa que unas alucinaciones (veía gente, personas que no existían) que le afectaban en su vida y quehacer diario. En un momento dado, después de un tiempo de tratamiento y que se le observa cierta mejoría, le preguntan si seguía teniendo alucinaciones, si seguía viendo a las personas que sólo él podía. El contestó que sí, que seguía viendo a esas personas, pero que no les hacía caso, les ignoraba. Al ignorarles, no les hacía caso y no le influian en su vida, como antes hacían. Se podría decir en cierta manera que estaba curado, al menos en parte.
Con nuestras ambiciones, nuestros sueños, pasa algo parecido, algo similar que hace que no vivamos plenamente. Hay quien dice que los sueños son los que nos mantienen con ganas de seguir viviendo, que nos mantienen en un dinamismo permanente que hace que no nos estanquemos, y por tanto podamos evolucionar. Yo estoy de acuerdo con eso, pero con algún matiz. Yo pienso que los sueños, los deseos, las ambiciones no pueden permanecer como tal mucho tiempo en nuestras cabezas, porque cuando así pasa, se convierten en imposibles, frustraciones, adquieren un matiz platónico. Cuando tenemos un deseo, casi de inmediato debemos hacer todo lo posible por convertirlo en realidad. Esto no significa que seamos impulsivos... intentando (o haciendo mejor dicho) todo lo que se nos cruza por la cabeza. Pero no debemos conservar en nuestra mente un deseo, un sueño, alimentarlo como tal... porque corremos el peligro de que en vez de motivación se transforme en nuestra obsesión imposible de conseguir y que además, no nos deja disfrutar de nuestro presente. Es como admirar unos preciosos zapatos en un escaparate, y quedarnos en eso, en mirar el escaparate, y al mismo tiempo no nos damos cuenta de que estamos descalzos.
De eso va a tratar este blog. De desear, soñar, ambicionar... y conseguir hacerlo realidad.Ahora me presento.¿Qué soy? Un chaval joven, con suerte en la vida (que se sabe buscar esa suerte) y que sueña, como todos... y que no solo sueña sino que trata de conseguir lo que se propone, sin embargo de un tiempo a esta parte esta última característica se me estaba "olvidando", de forma que estaba perdiendo el control y no vívia de acuerdo a lo que soy.¿Quien soy? Soy quien toma el control, quien decide. Quien quiere volver a ser lo que era y por tanto, me pongo manos a la obra, en parte, creando este blog.Así pues, este blog no va a tener una temática concreta, pero sí una esencia. Esa esencia es la que he explicado antes, la de conseguir lo que uno se propone. Y ahora me voy a proponer ser un finisher. Se conoce como finisher a todo aquel que termina un triatlón. Así las cosas, ya estoy inscrito en el triatlón de Sevilla a celebrar el próximo día 29 de mayo; y con casi toda seguridad, la mayoría de entradas que postee en este blog hasta ese día serán relativas al entrenamiento, o mis aventuras en el deporte (de otra naturaleza que no tiene por qué ser el triatlón).
El título dice Anima Sana in Corpore Sano (alma sana en cuerpo sano), que es el lema de mi marca favorita de calzado deportivo. Probablemente ande necesitando sanar mi alma, y mi cuerpo, y la conjunción de ambos. Por eso este blog (y esta forma de hacer las cosas) y ese título.
Dicho esto, te animo a ti, lector o lectora, que me ayudes, me sigas, comentes, me enseñes como mejorar... todo lo que signifique comunicación conmigo... será bienvenido. Se admiten halagos, ánimos, consejos, besos, palmaditas en la espalda, insultos, collejas... y todo lo que se le ocurra... pero por favor, haz algo.Espero que te guste tanto como a mi escribirlo.