lunes, 28 de junio de 2010

Next stop... The Big Apple

Reholas a todos. Después de un tiempo sin aparecer por aquí, lo cual no quiere decir que no haya tenido actividad física (sigo entrenando la natación), vuelvo para dar una primicia de la que ya se puede adivinar algo en el título de la entrada.
Ya insinué algo en las anteriores. No es otra cosa que mi nuevo objetivo.
VOY A CORRER EL MARATÓN DE NUEVA YORK.
Sí, tal como suena. Este año la "lottery" ha sido condescendiente conmigo y me ha concedido el favor de poder comprar el dorsal. Ya tengo los vuelos. Solo me falta organizarme el alojamiento y el resto de la estancia. Y si no pasa nada malo, el día 3 de noviembre volaré hasta el John Fitzgerald Kennedy... para el día 7 hacer los míticos 42,195 kms. o las 26,2 millas que es como lo llaman por aquellos lares.
Antes, en verano haré un par de triatlones cross más, a los cuales, a uno de ellos ya estoy inscrito, el 31 de julio en Vva. del Río y Minas.
Y a partir de agosto, la preparación física estará más enfocada al maratón.
Así que ya lo sabéis... es oficial. En noviembre voy a los States... a La Meca del Maratón.

domingo, 6 de junio de 2010

No hay nada como la primera vez

Como buen triatleta, merece que la crónica de la prueba en cuestión tenga tres partes también, así que vamos a dividirla... o mejor dicho vamos a "multiplicar".

Primera Parte: La víspera.

Tal y como dije en la anterior entrada, estaba algo nervioso y no pude dormir bien. Pero hoy voy a explicar algo más que eso. Voy a contar como fue todo lo que hice ese día y como me afectó.

Este día lo había escogido para hacer un descanso total, esto es, no sólo no entrenar sino que además calmar mi cabeza para que el descanso sea relamente efectivo. Decidí que iba a recoger el dorsal este día en vez de en la misma mañana de la carrera porque así iría más tranquilo y tendría margen de maniobra para solventar cualquier problema que pudiera surgir. Ya se sabe, hombre precavido vale por dos. En este caso, por tres, ya que hablamos de triatlón (obsérvese por parte del lector que ya pienso mucho en idioma triatlonero).

El caso es que antes de salir a la feria del triatleta instalada en el Hotel Barceló Renacimiento, dejo preparada, lavada y engrasada la bici y el casco ¿¡CÓMO!? El casco roto... tenía que hacerme con uno nuevo. Total, que salgo para la feria, aparco cerca del hotel y miro de reojo el recinto donde al día siguiente iba a celebrarse la prueba. Estaba cerrado, detrás de esa cancela cerrada iba a dejar mi bici, mi casco, el hígado en el río, los dientes cuando me tirara de la bicicleta... en fín sabía y presentía que detrás de esa cancela, algo iba a pasar el sábado.

En la fería ambientazo, tanto por los asistentes como por los expositores. Vi como se las gasta el personal (cuerpazos Danone) y en los distintos expositores y vendedores vi cositas interesantes, como mi futura bici, mi futuro crono... etc. Digamos que me fui empapando de triatlón (y lo que este supone, que además de esfuerzo es mucho €€€). Incluso me planteé hacerme con un Iphone, ya que vi un stand de una compañia operadora de móvil que lo ofrecía y yo ya estoy un poco harto de la mía... para que veais que no sabes por donde pueden llegar la solución a tus "problemas".

Recogí el dorsal y todos los "cacharritos" que venían con el... el chip "recuerda que tienes que ponertelo con la cinta de velcro que te damos en el tobillo izquierdo", "el dorsal en la bici tiene que ir detrás y corriendo delante", "no puedes nadar sin el gorro"... bueno, todo esto ya lo sabía... así que puedo sentirme triatleta "en teoría".

Me quedé un rato más hasta ver la pequeña charla que nos dieron para explicarnos los detalles técnicos. Salí de allí bien informado, parecía un experto en esto del tri. No había lugar a dudas, no había miedo, solo ganas de disfrutar. ESO SÍ, no te duermas que tienes que llegarte a la tienda a comprarte un casco, y eso hice. Me compre el casco, llegué a casa, y terminé de dejarlo todo listo. Por la noche un poco de meditación, visualización, y elegir que ropa ponerme.

Segunda Parte: El día D.

Me desperté sereno con las ideas claras... no me iba a levantar hasta que no tuviera la sensación de haber descansado bien, desayunar algo a media mañana y así ya no comer tan fuerte... e ir a la carrera con ni muy temprano pero tampoco tarde que no me dé tiempo a situar todo lo que tenía que situar. Incluyéndome a mi mismo. Así pues, enganché a mi hermano que iba a cumplir las labores de mochilero (escudero del guerrero) y a las 12:30 más o menos salimos hacia el centro de alto rendimiento de La Cartuja.

Me costó encontrar aparcamiento, sacamos la bici, la montamos y venga que nos vamos a colocarla YA. Por el camino al CAR vamos viendo a la gente y la infraestructura logística que llevaban... furgonetas, comida, algunos parece que tenían una roulotte dedicada a esto del triatlón... y si nos paramos a mirar bicis... para de contar. Pero mi mountain bike iba ella orgullosa, con sus acoples nuevos, cortitos, sin amilanarse, sin sentirse inferior a las maquinas que pesan tantos gramos como euros cuestan... Parecía que dijera... "vosotras seréis muy ligeras... pero yo también soy fuerte, y eso que no tengo cubiertas lisas... que si no....".

Bajo la rampita de acceso, y no hay mucha cola para hacer el checking, así que pienso... vamos para dentro ya, para qué demorarlo más. Voy pa'lante y de repente... "quieto" - "¿quieto? ¿Cómo que quieto? ¿que he hecho ya?" - "¿Te han rotulado?" - "Uy, pues no..." - "Dejame el brazo, la pierna y dime tu dorsal" - Y allí estaba yo, que no estoy muy decidido con el tema de hacerme un tatuaje... siendo marcado como un cochinillo camino del matadero.



Y para colmo de "marcas" me viene otro voluntario y me da una pulsera, y me la pone en la muñeca izquierda. "TRIATLETA" pone. Uff... ¡cuanta responsabilidad!


Me chequean la bici, el casco, los dorsales y "ya puedes entrar". El sitio es grandísimo, a ver donde queda mi sitio... lejísimos seguro... bisca el 1254... 1254... uy... si está aquí mismo, en la primera hilera después de salir del agua y justo enfrente de la puerta de salida. Pues nada... mejor para mi. Lo coloco todo, con mimo, memorizando todo lo que tenía que hacer... ¿las zaptillas mejor aquí? ¿o allá? ¿y la bici... mirando para adelante... o para el otro lado? ¿tan novato soy que no voy a saberr ni como montarme?







A eso que me viene uno con una bicicleta de esas que valen más que mi coche y digo... uff, este me va a pegar el palizón del siglo en la carrera... y me pregunta "las bicis ¿las ponemos donde queramos?" ¡Anda! Vaya pregunta que me haces... ¿y tú eres un experto del triatlón? Me di cuenta que mucha gente, no es más que apariencia... que después no tienen ni idea o no corren ni a la de tres... Eso me subió la autoestima.

Cuando lo dejé todo colocado, hice una visita más a la feria, vi la salida de los "olímpicos". Vaya lo que me esperaba... y eso que yo iba a hacer menos distancia que los máquinas esos.

Me voy a la zona de meta, para reponer un poco de fuerzas, pero sin pasarme, y así de paso le enseño a mi hermano el camino... para que pueda ir solo. Menos mal que me acompañó. Desde aquí le doy las gracias por ello, porque me hace una gran labor, me da compañía, me ayuda con los materiales... etc. Lo malo es que no consigo meterlo por la vereda del deporte. Se queda como mero espectador.


Me voy a la salida, ya con todo preparado, gorro, gafas, he puesto medio bidón de agua "fresquita" en la bici... y a esperar la llamada. Lo hacen, nos reunen, nos dan las últimas instrucciones... "id pasando al pantalán y os tiráis al agua a esperar la salida". Allá voy... ya sí que no hay vuelta atrás... miro al agua... no sé qué espero a tirarme, por qué dudo tanto... me tiro. Estamos todos apelotonados esperando una señal que diga que ya podemos salir... trato de hacerme hueco porque si no la paliza que me van a dar (y contestar por mi parte) va a ser impía. De repente dan un silbatazo y era la señal para la salida. ¿A que según como lo leéis parece que no habían dado la salida ni nada? Pues así nos quedamos algunos... ¿ya? ¿Ahora es cuando tenemos que empezar a patalear? Pues los que estaban a mi lado empezaron a chapotear y me dije... bueno... pues esto es ya el momento de la verdad... y venga a empezar a patalear y bracear... ojú... qué briega, qué lucha. Más que nadar eso era un pelea (sí, pelea) constante con el resto. Llegué a la primera boya que estaba a unos 100 metros cansado pero no por nadar, sino por la lucha constante. Si es que hoy, que han pasado ya unos diez días, aún tengo cardenales en las pantorillas. Traté de salirme al carril exterior mientras doblaba las boyas y lo conseguí no sin mucho trabajo. En la vuelta conseguí enganchar un buen ritmo de natacíon, no era rápido pero al menos era constante. Lo malo es que ya andaba muy cansado (y sólo llevaba unos 200 metros). Enfilé la salida del agua con la vista puesta en la rampita que había para salir y nadé a braza incluso... lo bueno es que yo a braza voy bastante bien. Rampita con moqueta azul... la toco con las manos... me puedo poner de pie ¿sí? vamos... vamos... me apoyo en el que me precedía... ni se molestó... y voy como un zombi (porque tenía memorizado el camino hasta mi bici) hacia mi box. Me voy quitando las gafas, el gorro... mirando donde piso... que lo mismo me clavo algo... y veo mi camiseta azul encima de mi bici... así que visteme despacio que tengo prisa... camiseta, dorsal con su elástico, gafas de sol, zapatillas (con cierta torpeza, tengo que mejorar la puesta de zapatillas... abrirlas más o algo)... ¿ya está todo? No... el casco... y al mismo tiempo que recordé que tenía que ponérmelo, le echaron una bronca monumental los jueces a uno que iba con la bici para afuera ya pero sin casco... "Abrochate el medio melón este... que si no viene el juez-feroz y como mínimo te riñe". Ya lo tengo todo puesto... (un minuto más o menos tardé en ponerme todos los "avíos") ahora sí... engancho la bici por el sillín y voy trotandito... con cierto orgullo, como los potrillos cuando dan sus primeros trotes... "aquí voy...".



Cruzo el portal, -"ya puedes montar"- Decido ir un poquito más adelante... freno, me monto, sin sobresaltos y empiezo a meter pedales... aún tenía que salir del CAR. Unos 40 metros que aprovecho para ver que lo tengo todo bien ajustado, y yo bien acoplado a la bicicleta y cuando salí... empecé a marcar ritmo, adelantando poco a poco, uno a uno (también me adelantaban a mi, pero casi todos los que lo hacían eran bicis "canijas". En el puente del Alamillo un chaval me pidió agua, porque esperaba que nos la dieran ¡en la bici!. Mi alter ego samaritano salió a la luz... le di el bidon, y me lo devolvió antes de enfilar la calle Torneo... y en ésta, pillamos un ritmo casi contrarrelojero, lástima que tenga ruedas de montaña. Miré a mi velocímetro pero ¡ups! se me olvidó y no tenía referencias claras. Ya en la Cartuja de nuevo dimos un rodeito y enfilé la entrada para el CAR de nuevo... qué rápido ha sido, casi me ha sabido a poco. Bajo rampa, veo el portón de entrada... pienso en bajarme en marcha, pero no me atrevo (es una técnica que me gustaría aprender). Así que freno en seco, desmonto y trotandito hacia mi box... suelto la bicicleta en su sitio, casco fuera, bien colgadito en el manillar... me paso el dorsal hacia delante y... ya puedo empezar a correr ¿no? Qué rapido, no tardaría en esta transición ni 20 segundos. Así que empiezo con mi paso de gheisa a trotar y a pesar de que era cortito, no es que fuera como una exhalación, pero no iba despacio del todo y llevaba buena cadencia, con lo cual iba adelantando a gente, uno a uno... poco a poco. Y esto me hizo más ameno el pasar del suelo, que debido al cansancio era casi insufrible. No es que estuviera superentrenado, pero al menos no tenía ganas de echarme a la cuneta y retirarme. Apretaba aunque no podía, no me quedaban muchas fuerzas. Finalmente voy adelantando y coincidiendo con algunos de los olímpicos y sprinters (las otras distancias) y llego a meta. Qué descanso. Qué peso me he quitado de encima. Pero no porque se acabara la carrera y ya pudiera decansar. Era porque ya era un finisher. Ya sé que soy capaz. Y sé que si entreno más. Podré llegar más lejos.


Tercera parte: ¿Y ahora qué?

Ya soy finisher. ¿Ya ha acabado todo o por el contrario, esto no ha hecho más que empezar? ¿Qué hago ahora? Para empezar he hecho un escrutinio de mi cabeza. He llegado a la conclusión de que me gusta hacer deporte, pero variadito, no limitarme solo a hacer rodajes corriendo de una hora. Quiero huir de la monotonía, de la rutina. Entrenar varios deportes, practicar cosas nuevas, orientación, esquiar, piragüismo... variar, y no parar. No tomarme tampoco todo demasiado en serio el deporte. Lo justo y necesario como para llevar un entrenamiento y preparación adecuado... no pecar de flojera ni de sobreentrenamiento. Trataré de disfrutar del deporte en compañía. Lo malo es que para todo esto hay un factor que me limita, que no es otro que el dinero. Es decir, si quiero practicar tantas cosas, implica mucho gasto de dinero. Material, algún club, federarte, gimnasio, viajes... así que tengo que priorizar y racionalizar. Pero poco a poco y con tiempo, NADA ES IMPOSIBLE.


¿Cuales son mis próximos objetivos o targets? Pues de momento, coger una rutina (no en cuanto a monotonía, sino de entrenamiento), afinar mi cuerpo y así poder afrontar desde un estado físico óptimo cualquier reto que me proponga. Así que por eso, desde el lunes estoy entrenando la natación bajo la supervisión de una monitora. Y esta tarde hablo con la directora de mi gimnasio, que me va a coordinar mi entrenamiento con vista a mis próximos objetivos, que de momento van a ser los triatlones cross de verano, en Vva. del Río y Minas, Aznalcollar y El Castillo de las Guardas (hablo de memoria). Posiblemente, alguna carrera popular y algún duatlón al que ya me han invitado. En fin NON STOP y ENJOY.

Y además hay otra cosita allá cerca del fin de año... que más adelante desvelaré. Quizas en la próxima entrada.

¿Me acompañas?

P.D.: Me permito poner el mismo título al post que Fara cuando hizo su triatlón por primera vez, porque es una opinión que comparto con ella. Al igual que cuando hacía maratón, decía lo mismo. Te saldrán mejores maratones, mejor o peor entrenados, mejor o peor organizadas, en mejores ciudades, pero como el primero... ninguno. Pues esto es lo mismo, como el primero, ninguno. Con tu permiso Fara.

sábado, 29 de mayo de 2010

Llega el gran día... montado en el coche del insomnio


Tenía previsto escribir una entrada antes... describiendo que todo iba progresando bien. Ya se ha hecho tarde, y ya no tiene sentido decir que todo va progresando adecuadamente (como las calificaciones antiguas de la EGB)...

Pero ya se ha hecho el último entrenamiento en la piscina y una de mis monitoras me despidió con un "suerte para el sábado". Ya con eso tengo el primer impulso. Ya he hecho la última salida en bici por una ruta de 72,5 kilómetros (no me quiero privar de ese medio kilómetro), por la cual no tengo secuelas agujetosas ni de ninguna otra lesión significativa... segundo empujón en la mismisima tija. Y de la última vez que salí a correr ya ni me acuerdo, no porque haga mucho que ha ocurrido, sino porque no sufrí, no me resentí de ninguna lesión además de que fui depacito.

Aun así estoy algo temeroso y no puedo dormir bien. Y se supone que lo tengo todo bajo control... por qué será. No me siento que las tenga todas conmigo. ¿Me faltarás tú? ¿Será el tiempo que se está poniendo feo? ¿Será que me estoy creando demasiadas espectativas?

En fin... mañana a disfrutar desde que se engrase la bici hasta que la meta de nuevo en el maletero, es la única forma que conozco de que todo salga bien. Disfrutando y siendo positivos.

Lo que tenga que ser... será.

sábado, 15 de mayo de 2010

De perdidos... al río


Lo primero es lo primero, y eso es pedir disculpas por teneros abandonados casi dos semanas. El caso es que el primero de mayo (fiesta de los que trabajamos) hice el acuatlón de Sevilla, y quería contar no solo que tal me fue, sino además... todo lo que me pasó por la cabeza.

No tenía previsto participar, pero en el plan de entrenamiento que me enviaron desde la organización del Tri de Sevilla venía que había que hacerlo (como lo organizan los mismos, supongo que lo ponen para fomentar la participación). Me dije a hacer ese sábado un 3x300 en la piscina, pero recordé que es fiesta y que por tanto, cerraba. Así que, no sin antes pensármelo muchísimo, finalmente me inscribí. No sólo eso, sino que además me llevé por delante a una compañera de trabajo. Llegamos a pensar que estábamos locos porque no habíamos nadado nunca tanto, y menos en aguas abiertas, en un río. Y de repente... teníamos que hacer un kilómetro en el Guadalquivir... vaya telita.


Aunque parecía muy decidido... en el fondo, tenía mis dudas... por el hecho de que aun no estoy "maduro" en mi estado de forma ni en la natación, que nunca había nadado en río, que sería mi primera prueba combinada de estas características... en fin...


Un mar de dudas que permanecieron escondidas en mi cabeza desde entonces hasta la mañana del día D. Y digo que permanecieron escondidas, porque el jueves que eché mi inscripción (a última hora... mi fax entró en el último minuto límite) derrochaba decisión, ilusión, ganas, valentía... vamos, estaba hasta visualizando la victoria. Pero llegó el sábado por la mañana y me desperté después de soñar cosas negativas respecto a la prueba. Imagino que sería la basura de lamente... Ya no estaba tan decidido. Ya todo pintaba peor que el jueves... ahora me imaginaba el agua más negra. Había soñado con conceptos como que el agua estaría fría, sucia, con que haría un tiempo (en el concepto climático) gris y que por tanto apetece menos meterse en el agua, con que no sería capaz de acabar... en fin, sería que necesitaba ver el sol. Y lo vi y me tranquilicé un poco. Tanto que me llamó Laura y me dice "¿como estás?" y sin mediar otra palabra dije... "mejor, tranquilo..." como si ella supiera el calvario mental por el que pasé esa madrugada... si se llega a enterar no se viene desde Jerez.


Una vez en la carrera, lo de siempre, encontramos el sitio, recogida de dorsales, preguntas, reirnos con las cosas típicas de las pruebas combinadas que para nosotros eran nuevas (como que nos marcaran el dorsal en la pierna y el brazo con rotulador)... pero nos servían para meternos por la vereda del triatlón. Era como decirnos "aquí, las cosas se hacen de esta manera... acostumbraros". A medida que "sufríamos" esas cosas, más dentro del triatlón me veía... más "amoldado" a la prueba me sentía. Más sentido le veia a los entrenamientos.


Aún así, teníamos la oportunidad de nadar en el río y probarlo antes de la prueba, pero la indecisión, y la idea de lo lejos que estaban las boyas a las que teníamos que llegar... así como también un pelín de miedo, por qué no decirlo... nos quitaron las poquitas ganas que pudieran salir.


Línea de salida, todo son explicaciones para Laura. Que no te olvides de ponerte el gorro, haz las transiciones así y asao, tienes que buscarte como ponerte el dorsal... "¿y si voy sin dorsal? Total, ya lo llevo marcado en la piel como los toros" - "Ay Laura... qué paciencia tengo que tener". Llega el último clasificado de los federados, y por tanto, preparan la pistola para dar la salida a los no federados, alias, los paquetes.


Ya estoy un punto de no retorno y... PAM... salida. En ese momento, todas las estrategias de carrera, de equipo, las consignas de "Laura, primero vamos lentos y después a ver que pasa..." se fueron a por tabaco... para no volver... aquí se supone que nadie entrena y resulta que TOD@S corren una jartá . Dios mío... tengo que perder kilos y entrenar más... no puede ser que me arda el pecho nada más salir y quedarme descolgado. Corrimos por el parque del Alamillo, un caminito por el campo muy bonito, entre el verde y por la ribera del río... No llego muy bien a la primera transición... ni de clasificación, ni de pecho, porque decidí aflojar un poquito para no meterme en el agua con el corazón y los pulmones ardiendo y ahogado (más me iba a ahogar en el río). Busco mi box... tercera fila... tercera fila... con lo bien memorizado que tenía yo esto... si tendría que salir solo... OOOOOPS ¡que me he pasado! y yo ya pensando que me habían robado mi box, mis gafas de nadar y todo... media vuelta arrr... mira bien arrr... camiseta fuera, zapatillas fuera, me coloco el gorro, me pillo las gafas... me las voy colocando camino del pantalán... "Ay Dios mío" pienso, "que esta ya es de verdad, que me meto a nadar...que me tiro... que me tiro..." - "¡QUE TE TIRES!" Me dijo la jueza que estaba al final del pantalán.


¡Splash! Uy... si esto no está tan mal... el agua esta a buena temperatura... no hay algas en exceso (alguna ramilla suelta... poquisimo)... no está sucia... algo turbia, esto no es una piscina... una brazada... otra... ¡a buscar la boya! Sólo paré un par de veces pero no porque estuviera cansado (que también) sino porque, literalmente... no veía. Con la cabeza abajo, no se ve nada... todo verde, si acaso, ves al que tengas delante de tí un par de metros... Y con la cabeza arriba, el vaho y un poco de agua que me entró en la gafa... no me permitía ver con claridad en la lejanía. Así que hubo de parar, coger referencias... y seguir... Esto no es la piscina... que vas por tu calle y punto... aquí lo mismo estas haciendo un zigzag de cuarenta metros de ancho y ni te enteras... y te marcas cien metros más de la cuenta. Llego a la primera boya, giro... y tengo que deshacer el camino... que cansado es esto... por Dios (ya estoy nombrando demasiado al altísimo, fijaros como tiene que ser esto de agobiante). Tardo un siglo en llegar al último giro y encarar la zona de salida... encaro y flash... me da todo el sol en la cara, y veo menos que antes... que ya es decir... voy a ciegas, y hasta que no llego a treinta metros de la zona de salida del agua que veo a una persona levantándome los brazos... rectifico el rumbo... y me empiezo a salir como puedo... parezco un gato mojado... barandilla a la que me agarro aunque fuera como un clavo ardiendo, tranquilo y no le metáis prisa al nene... una cosa con la que no contaba... estando mojado, peso más... y me muevo de forma más torpe. Llegada a mi box... me seco con una toalla un poco, limpieza de planta de pies... zapatillas, camiseta y ¡corre! Aquí no hay tiempo para pensar, para lo bueno o para lo malo.


Estoy cansado y me cuesta coger ritmo, pero conforme avanzaba metros, mejor evolucionaba.

Llegada a meta, de los últimos, pero mejor que en el duatlón de Herrera. Aún hay que mejorar más... hay que entrenar más, o mejor, pero hay que perder michelines y ganar fondo. Fondo sobretodo eso, fondo, porque aunque son pruebas que por sí solas son muy pequeñas... (dos kilómetros y medio y nadar mil metros... o en el duatlón que tenía veinte kilómetros de bici) cuando las pones una detrás de la otra, seguidas... te entran muchas ganas de coger el sillón. Ya me lo dijo Nieves: "esto es duro, Vidal". "¡¿Y me lo dices ahora?!" :D

Ya sé lo que me espera en el río... no es para tanto... ya no me surgirán más miedos por eso. Ya estoy más motivado...

Y espero que leyendo esto... mis seguidores también. Y lo digo especialmente por alguien que no solo me sigue leyéndome, sino que además me "usa" como guía y motivación para conseguir sus objetivos...


Te ofrezco mi estela para que la sigas...

viernes, 30 de abril de 2010

Soy pijo



O sea... o no. No lo sé. Pero te juro por Snoopy que como me ponga a aprender algo nuevo o me de por un deporte nuevo... si es caro hay un porcentaje alto de posibilidades de que me guste. Algo así me pasó hace unas cuatro semanas, cuando me fui a Sierra Nevada a ver si aprendía a esquiar (me salió la oportunidad y me dio la "picá"). Mi experiencia en esto de las tablas en los pies era cero. Aun así me plante el miércoles por la mañana con el grupo a pie de pista de Borreguiles... y después de coger el equipo en la tienda de alquiler... los bastones, las tablas y las botas (con las cuales parecía Robocop... Dios mío como aprietan y qué rigidez) tuve las primeras experiencias de lo que era deslizarse por la nieve blanca. Un compañero que hacía las veces de maestro-sensei... me decía: "estas son las sensaciones que da el deslizarse por aquí... nada comparado con correr, caminar, ir en bici... etc". Y yo la verdad, bastante tenía con mantenerme en pie como para quedarme con las sensaciones de deslizarse por la nieve. En los primeros compases fui aprendiendo lo que era la cuña, que hay que ir echado hacia delante... pero echado sin miedo... ¡que te tires para adelante coño! Total, una subidita por la alfombra, un poquito de paseo... y vámonos al telesilla. Bajarse del telesilla ya es de por sí... una historia. El descenso por esas pistas (que eran fáciles, pero yo era muy novato) también es para echarse a llorar. Pero bueno, resumiendo, balance del primer día: siempre me caía al salir del telesilla y cada descenso de las pistas de principiantes se medía en caídas... es decir... "la he bajado en cinco caídas, en dos caídas...". Había aprendido a frenar... pero de culo.
El segundo día hice un par de subidas en telesilla con mis compañeros, y después cuando se fueron a pistas mas difíciles, me quedé yo solo, subiendo y bajando la alfombra... a coger sensaciones. Si no remonté y bajé ocho o nueve veces, no lo hice ninguna. Eso sí... ya aprendí más cositas, ¡YO SOLO! Después de comer, me hice un par de remontes con mi amigo en el telesilla y ya aprendí el truquillo del mismo e hice un par de subidas en telesilla yo sólo, con sus correspondientes bajadas... cayéndome una sola vez. Esto marcha. Y ese día me bajé a Pradollano en el telecabina con unas ganas enormes de que llegara el día siguiente. Y con los tobillos y espinillas hechas polvo de las botas. Tercer y último día. Subo una vez en telesilla con mi colega... truco pillado, bajo... y ya no lo hago tan "ortopédicamente". Con lo cual... mi amigo se esfuma y yo me quedo remontando en telesilla y bajando solo. En una de las bajadas, me cruzo con otro compañero, que sabe de esquiar la tira... y me dio un par de consejos... y con eso, ya tenía un dominio más que aceptable. Balance del ultimo día... no había ganas de bajar al autobus, solo ganas de seguir esquiando, cero caidas, y una chica que conocí en uno de los remontes... y bajamos un par de veces juntos. Un placer conocerte Mamen, y espero coincidir contigo alguna otra vez en Sierra Nevada y a ver si bajamos "El Río".
La próxima temporada repito, sin lugar a dudas, y como me siga gustando... me compro mi propio material... a preparar la cartera... si es que no puede ser...
Por si acaso... no me meto a dar clases de golf ni de coña.
Eso sí... me apunto a un gimnasio y no puede ser un gimnasio normalito, tiene que ser con piscina, pistas de padel, squash, una sala de musculación enorme... en fin, que yo he nacido para ser rico.
Saludos.

sábado, 24 de abril de 2010

Incertidumbre...

Tener incertidumbre sobre algo es un hecho que, cuando menos, nos inquieta... otras veces, la incertidumbre nos afecta tanto que nos da miedo e incluso llega a paralizarnos. El miedo a lo desconocido. Perdemos el control, dejamos de ser dueños de nuestros actos. Nuestro día a día puede convertirse en una constante superación de estos miedos e incertidumbres.
La incertidumbre fue lo que casi echa a perder mi jornada del pasado domingo, en la que participé en el Duatlon de Herrera (Sevilla). Me inscribí pensando en que debía ir participando en pruebas combinadas... para probarme en las transiciones, ver como estoy de forma e ir probando material. Con esas miras y sin apenas entrenar, más que un par de salidas a correr, me planté ese domingo en Herrera.Y empezaron a entrar en juego las incertidumbres, el no tener dominio de la situación. Cualquier hecho o factor, por nimio que fuera, se enunciaba en forma de incertidumbre, y eso me producía una sensación de desasosiego que empezaba ya a machacarme. ¿Seré capaz de terminar la prueba? ¿Seré el único que va con mountain bike? ¿Haré el ridículo? ¿Seré capaz siquiera de encontrar la salida y el lugar? (no conocía el sitio) ¿Valdrá mi bici a pesar de tener unos apéndices tan largos en el manillar? ¿Habré hecho bien inscribiéndome? ¿Valdré para las pruebas combinadas? ¿Qué hago aquí?
A medida que pasaba el tiempo y afrontaba cada una de las incertidumbres, las iba resolviendo y mi disfrute fue cada vez mayor. Fui capaz de transportar mi bicicleta sin muchos aspavientos. Me acompañó mi hermano con lo cual no fui solo. Encontré el pueblo y el lugar exacto para la carrera perfectamente, incluso había policías que me indicaban donde aparcar. Me preparé el material sin ningún problema y al rato me di cuenta de que no era el único "bicicletero-campero", hasta entonces no me atreví a presentar mi bici a los jueces. Justo entonces me dijeron que quizá sería mejor que le quitara los apéndices al manillar... pero al minuto, una de las jueces (muy caritativa ella) me permitió pasar con mis dos cuernacos... pero tomo nota de ponerle unos más cortos para la próxima. Memorización de la zona de boxes, para automatizar movimientos en las transiciones. Saludos por aquí, risas por allá, un par de trotes para calentar, minuto de silencio por el chaval que falleció en La cartuja un par de semanas antes y ¡PAM! Salida.
Cinco kilómetros de carrera. Dios ¿la gente cómo corre aquí tanto? Otra incertidumbre resuelta... estoy fatal de forma. Me arde el pecho, y las pulsaciones mías las podía hasta mirar en el pulsómetro del de al lado... y eso que no llevaba sensor. Necesito, simple y llanamente, entrenar más y todo lo que ello conlleva, que es acostumbrar a mi organismo a sufrir, a ser capaz de correr más, subirle el umbral del agotamiento, y hablando claro, a aumentar mi fondo. Pero bueno, ya estábamos en faena, y no ibamos a entretenernos ahora en quejarnos. Una pierna detrás de otra... que aún nos queda otra vuelta. Voy buscando referencias, compañía. Veo a Cristina del Triatlón Dos Hermanas treinta metros delante de mi. ¿Seré capaz de cogerla y engancharme a ella? Incertidumbre resuelta en dos curvas... NO... ella no es tu referencia ahora mismo, Vidal. Así que a seguir corriendo, hasta que la carrera me puso en mi sitio (como ocurre en todas las carreras) y fui alternando ritmo con una chica, con la que hice casi toda la segunda vuelta al circuito. Y llego a boxes... a coger mi bici... ya casí todos habían llegado y cogido la suya... y la mía estaba ahí solita... sólo quedaban algunas mountain bikes y una decena más o menos de carretera. La transición fue rápida y limpia. Pero claro, mi bici, está hecha para el campo, no para la carretera. De todas formas a dar pedales. Las de carretera que había dejado atrás en la transición me adelantaban con una facilidad pasmosa. Ésto es otro mundo... pero no te apures. Hice casi todo el sector de la bici con las cuatro o cinco últimas bicis que eran mountain bike como yo... me animaban, me marcaban el ritmillo. Y en verdad, me recordaba para mis adentros que con más entrenamiento podría hacerlo mejor. Tan sencillo como eso. Entrenamiento y menos kilos. Después de los veintidós kilómetros ciclistas de rigor, en los que no cumplí la máxima de dejarme llevar en los últimos compases del recorrido, para tener las piernas sueltecitas para que no me diera el petardazo, solté la bici. Tenía a mis compañeros de aventura ciclista a tiro. Me veía capaz de ganar a los cuatro, incluso... coger a mi compañera de mi primera parte de carrera, que con su flaca me había adelantado en el segundos sector. Sueltas el casco y a esprintar. Y una leche Vidalito. Tenía las piernas como dos sacos de cemento, y además me daban punzadas en los tendones de Aquiles debido que estuvieron machacados durante mis jornadas esquiadoras en Sierra Nevada un par de semanas antes (esto lo contaré en otra entrada). Era como llevar en las piernas dos sacos de veinticinco kilos de patatas.
Y vi como no era capaz de cogerles a todos. Me rezagaba. Así que el objetivo en ese momento era otro. ACABAR y que el último no me cogiera. Si era capaz de adelantar, pues eso que me llevaba. Pero ahí ya no habían incertidumbres. Necesitaba entrenamiento, mejorar mi fondo, mi resistencia, mi capacidad de decisión y lo que hay, amigo, es lo que hay, me acepté como tal... y vi que la situación, era la que era.. y punto, no había más. Sabía lo que había, y lo que había que hacer para cambiar algo si no me gustaba. Punto. Así que fue entonces cuando empecé a disfrutar y a saborear el sufrimiento. Incluso, cuando estaba deseando, anhelando llegar a meta... pensaba en lo que tenía que entrenar. DE LOCOS. Y llegué a la meta. Penúltimo, sí, pero llegué. Y satisfecho conmigo mismo. Y porque sé que tengo margen de mejora. Ahí ya no hay incertidumbre. Lo sé y punto.
Así las cosas, en este fin de semana (una semana después de la prueba) me diseñaré el entrenamiento, me apuntaré al gimnasio con piscina, y me pondré las pilas. Y espero que todo vaya a mejor. E irá. El entrenamiento no es más que eliminar incertidumbre, forjando seguridad, en lo que hago y en mi mismo.

sábado, 17 de abril de 2010

... y ésto es sólo el comienzo...


Hace no mucho tiempo, vi una película que trataba sobre la vida del matemático John Nash, y se hacía hincapié en la psicopatía (esquizofrenia) que sufría y la sintomatología que le producía, que no era otra cosa que unas alucinaciones (veía gente, personas que no existían) que le afectaban en su vida y quehacer diario. En un momento dado, después de un tiempo de tratamiento y que se le observa cierta mejoría, le preguntan si seguía teniendo alucinaciones, si seguía viendo a las personas que sólo él podía. El contestó que sí, que seguía viendo a esas personas, pero que no les hacía caso, les ignoraba. Al ignorarles, no les hacía caso y no le influian en su vida, como antes hacían. Se podría decir en cierta manera que estaba curado, al menos en parte.
Con nuestras ambiciones, nuestros sueños, pasa algo parecido, algo similar que hace que no vivamos plenamente. Hay quien dice que los sueños son los que nos mantienen con ganas de seguir viviendo, que nos mantienen en un dinamismo permanente que hace que no nos estanquemos, y por tanto podamos evolucionar. Yo estoy de acuerdo con eso, pero con algún matiz. Yo pienso que los sueños, los deseos, las ambiciones no pueden permanecer como tal mucho tiempo en nuestras cabezas, porque cuando así pasa, se convierten en imposibles, frustraciones, adquieren un matiz platónico. Cuando tenemos un deseo, casi de inmediato debemos hacer todo lo posible por convertirlo en realidad. Esto no significa que seamos impulsivos... intentando (o haciendo mejor dicho) todo lo que se nos cruza por la cabeza. Pero no debemos conservar en nuestra mente un deseo, un sueño, alimentarlo como tal... porque corremos el peligro de que en vez de motivación se transforme en nuestra obsesión imposible de conseguir y que además, no nos deja disfrutar de nuestro presente. Es como admirar unos preciosos zapatos en un escaparate, y quedarnos en eso, en mirar el escaparate, y al mismo tiempo no nos damos cuenta de que estamos descalzos.
De eso va a tratar este blog. De desear, soñar, ambicionar... y conseguir hacerlo realidad.Ahora me presento.¿Qué soy? Un chaval joven, con suerte en la vida (que se sabe buscar esa suerte) y que sueña, como todos... y que no solo sueña sino que trata de conseguir lo que se propone, sin embargo de un tiempo a esta parte esta última característica se me estaba "olvidando", de forma que estaba perdiendo el control y no vívia de acuerdo a lo que soy.¿Quien soy? Soy quien toma el control, quien decide. Quien quiere volver a ser lo que era y por tanto, me pongo manos a la obra, en parte, creando este blog.Así pues, este blog no va a tener una temática concreta, pero sí una esencia. Esa esencia es la que he explicado antes, la de conseguir lo que uno se propone. Y ahora me voy a proponer ser un finisher. Se conoce como finisher a todo aquel que termina un triatlón. Así las cosas, ya estoy inscrito en el triatlón de Sevilla a celebrar el próximo día 29 de mayo; y con casi toda seguridad, la mayoría de entradas que postee en este blog hasta ese día serán relativas al entrenamiento, o mis aventuras en el deporte (de otra naturaleza que no tiene por qué ser el triatlón).
El título dice Anima Sana in Corpore Sano (alma sana en cuerpo sano), que es el lema de mi marca favorita de calzado deportivo. Probablemente ande necesitando sanar mi alma, y mi cuerpo, y la conjunción de ambos. Por eso este blog (y esta forma de hacer las cosas) y ese título.
Dicho esto, te animo a ti, lector o lectora, que me ayudes, me sigas, comentes, me enseñes como mejorar... todo lo que signifique comunicación conmigo... será bienvenido. Se admiten halagos, ánimos, consejos, besos, palmaditas en la espalda, insultos, collejas... y todo lo que se le ocurra... pero por favor, haz algo.Espero que te guste tanto como a mi escribirlo.