sábado, 24 de abril de 2010

Incertidumbre...

Tener incertidumbre sobre algo es un hecho que, cuando menos, nos inquieta... otras veces, la incertidumbre nos afecta tanto que nos da miedo e incluso llega a paralizarnos. El miedo a lo desconocido. Perdemos el control, dejamos de ser dueños de nuestros actos. Nuestro día a día puede convertirse en una constante superación de estos miedos e incertidumbres.
La incertidumbre fue lo que casi echa a perder mi jornada del pasado domingo, en la que participé en el Duatlon de Herrera (Sevilla). Me inscribí pensando en que debía ir participando en pruebas combinadas... para probarme en las transiciones, ver como estoy de forma e ir probando material. Con esas miras y sin apenas entrenar, más que un par de salidas a correr, me planté ese domingo en Herrera.Y empezaron a entrar en juego las incertidumbres, el no tener dominio de la situación. Cualquier hecho o factor, por nimio que fuera, se enunciaba en forma de incertidumbre, y eso me producía una sensación de desasosiego que empezaba ya a machacarme. ¿Seré capaz de terminar la prueba? ¿Seré el único que va con mountain bike? ¿Haré el ridículo? ¿Seré capaz siquiera de encontrar la salida y el lugar? (no conocía el sitio) ¿Valdrá mi bici a pesar de tener unos apéndices tan largos en el manillar? ¿Habré hecho bien inscribiéndome? ¿Valdré para las pruebas combinadas? ¿Qué hago aquí?
A medida que pasaba el tiempo y afrontaba cada una de las incertidumbres, las iba resolviendo y mi disfrute fue cada vez mayor. Fui capaz de transportar mi bicicleta sin muchos aspavientos. Me acompañó mi hermano con lo cual no fui solo. Encontré el pueblo y el lugar exacto para la carrera perfectamente, incluso había policías que me indicaban donde aparcar. Me preparé el material sin ningún problema y al rato me di cuenta de que no era el único "bicicletero-campero", hasta entonces no me atreví a presentar mi bici a los jueces. Justo entonces me dijeron que quizá sería mejor que le quitara los apéndices al manillar... pero al minuto, una de las jueces (muy caritativa ella) me permitió pasar con mis dos cuernacos... pero tomo nota de ponerle unos más cortos para la próxima. Memorización de la zona de boxes, para automatizar movimientos en las transiciones. Saludos por aquí, risas por allá, un par de trotes para calentar, minuto de silencio por el chaval que falleció en La cartuja un par de semanas antes y ¡PAM! Salida.
Cinco kilómetros de carrera. Dios ¿la gente cómo corre aquí tanto? Otra incertidumbre resuelta... estoy fatal de forma. Me arde el pecho, y las pulsaciones mías las podía hasta mirar en el pulsómetro del de al lado... y eso que no llevaba sensor. Necesito, simple y llanamente, entrenar más y todo lo que ello conlleva, que es acostumbrar a mi organismo a sufrir, a ser capaz de correr más, subirle el umbral del agotamiento, y hablando claro, a aumentar mi fondo. Pero bueno, ya estábamos en faena, y no ibamos a entretenernos ahora en quejarnos. Una pierna detrás de otra... que aún nos queda otra vuelta. Voy buscando referencias, compañía. Veo a Cristina del Triatlón Dos Hermanas treinta metros delante de mi. ¿Seré capaz de cogerla y engancharme a ella? Incertidumbre resuelta en dos curvas... NO... ella no es tu referencia ahora mismo, Vidal. Así que a seguir corriendo, hasta que la carrera me puso en mi sitio (como ocurre en todas las carreras) y fui alternando ritmo con una chica, con la que hice casi toda la segunda vuelta al circuito. Y llego a boxes... a coger mi bici... ya casí todos habían llegado y cogido la suya... y la mía estaba ahí solita... sólo quedaban algunas mountain bikes y una decena más o menos de carretera. La transición fue rápida y limpia. Pero claro, mi bici, está hecha para el campo, no para la carretera. De todas formas a dar pedales. Las de carretera que había dejado atrás en la transición me adelantaban con una facilidad pasmosa. Ésto es otro mundo... pero no te apures. Hice casi todo el sector de la bici con las cuatro o cinco últimas bicis que eran mountain bike como yo... me animaban, me marcaban el ritmillo. Y en verdad, me recordaba para mis adentros que con más entrenamiento podría hacerlo mejor. Tan sencillo como eso. Entrenamiento y menos kilos. Después de los veintidós kilómetros ciclistas de rigor, en los que no cumplí la máxima de dejarme llevar en los últimos compases del recorrido, para tener las piernas sueltecitas para que no me diera el petardazo, solté la bici. Tenía a mis compañeros de aventura ciclista a tiro. Me veía capaz de ganar a los cuatro, incluso... coger a mi compañera de mi primera parte de carrera, que con su flaca me había adelantado en el segundos sector. Sueltas el casco y a esprintar. Y una leche Vidalito. Tenía las piernas como dos sacos de cemento, y además me daban punzadas en los tendones de Aquiles debido que estuvieron machacados durante mis jornadas esquiadoras en Sierra Nevada un par de semanas antes (esto lo contaré en otra entrada). Era como llevar en las piernas dos sacos de veinticinco kilos de patatas.
Y vi como no era capaz de cogerles a todos. Me rezagaba. Así que el objetivo en ese momento era otro. ACABAR y que el último no me cogiera. Si era capaz de adelantar, pues eso que me llevaba. Pero ahí ya no habían incertidumbres. Necesitaba entrenamiento, mejorar mi fondo, mi resistencia, mi capacidad de decisión y lo que hay, amigo, es lo que hay, me acepté como tal... y vi que la situación, era la que era.. y punto, no había más. Sabía lo que había, y lo que había que hacer para cambiar algo si no me gustaba. Punto. Así que fue entonces cuando empecé a disfrutar y a saborear el sufrimiento. Incluso, cuando estaba deseando, anhelando llegar a meta... pensaba en lo que tenía que entrenar. DE LOCOS. Y llegué a la meta. Penúltimo, sí, pero llegué. Y satisfecho conmigo mismo. Y porque sé que tengo margen de mejora. Ahí ya no hay incertidumbre. Lo sé y punto.
Así las cosas, en este fin de semana (una semana después de la prueba) me diseñaré el entrenamiento, me apuntaré al gimnasio con piscina, y me pondré las pilas. Y espero que todo vaya a mejor. E irá. El entrenamiento no es más que eliminar incertidumbre, forjando seguridad, en lo que hago y en mi mismo.

4 comentarios:

  1. Pues fíjate... con todo tu sufrimiento... debe haber millones de personas en éste mundo, entre ellas yo, que te envidian por ser capaz de acabar (aunque sea el penúltimo) un triatlon. Así que .. ENHORABUENA!!

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  2. Du... du... aún no he nadado :-)... pero lo haré, no tengas duda, ni incertidumbre. Gracias Anabel.

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  3. le has echado un par, veo que no te has apuntado a distancia popular sino directamente a distancia oficial un sprint, qué tio!, lo de la bici de montaña si te dejan ir con ella pues igual de bien aunque lo de los cuernos más pequeños yo he visto que al final vas mejor que si son grandes subiendo no solo por las competiciones, la postura es más natural que con cuernacos y para que nadie te adelante a tu bici le pones para las carreras unas ruedas de carretera y los fundes, porque tu tienes más cambios, en la flaca tienes menos recorridos de piñones y platos...por lo que veo lo diste todo en la 1ª transición y luego lo duro de hacer la 2ª conla de montaña puff así se te pusieron las piernas, hay que ir reservón porque la 3ª transición es la peor no sabes despues de la bici que va a pasar me imagino que iremos aprendiendo los dos a calcular cuanto hay que reservarse tu no llegas y yo me paso, jeje...vidal genial!! enhorabuena, ya verás como entrenando disfrutas cada vez más, yo no me lo creía y me está pasando aunque mi bestia negra sigue siendo la flaca, qué mala soy!! falta de tiempo para entrenarla... poco a poco no. Fdo: compañera novata

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  4. La leche Vidal, mira que darte ahora por el triatlón, ¿no tenías suficiente con los maratones?es broma ;-)

    iba a decirte que te comprases una bici de carretera pero el consejo de Fara es mejor y seguro que más barato.

    ¿Y lo de nadar como lo llevas?, es que de aquí a finales de mayo...

    Un abrazo

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