domingo, 6 de junio de 2010

No hay nada como la primera vez

Como buen triatleta, merece que la crónica de la prueba en cuestión tenga tres partes también, así que vamos a dividirla... o mejor dicho vamos a "multiplicar".

Primera Parte: La víspera.

Tal y como dije en la anterior entrada, estaba algo nervioso y no pude dormir bien. Pero hoy voy a explicar algo más que eso. Voy a contar como fue todo lo que hice ese día y como me afectó.

Este día lo había escogido para hacer un descanso total, esto es, no sólo no entrenar sino que además calmar mi cabeza para que el descanso sea relamente efectivo. Decidí que iba a recoger el dorsal este día en vez de en la misma mañana de la carrera porque así iría más tranquilo y tendría margen de maniobra para solventar cualquier problema que pudiera surgir. Ya se sabe, hombre precavido vale por dos. En este caso, por tres, ya que hablamos de triatlón (obsérvese por parte del lector que ya pienso mucho en idioma triatlonero).

El caso es que antes de salir a la feria del triatleta instalada en el Hotel Barceló Renacimiento, dejo preparada, lavada y engrasada la bici y el casco ¿¡CÓMO!? El casco roto... tenía que hacerme con uno nuevo. Total, que salgo para la feria, aparco cerca del hotel y miro de reojo el recinto donde al día siguiente iba a celebrarse la prueba. Estaba cerrado, detrás de esa cancela cerrada iba a dejar mi bici, mi casco, el hígado en el río, los dientes cuando me tirara de la bicicleta... en fín sabía y presentía que detrás de esa cancela, algo iba a pasar el sábado.

En la fería ambientazo, tanto por los asistentes como por los expositores. Vi como se las gasta el personal (cuerpazos Danone) y en los distintos expositores y vendedores vi cositas interesantes, como mi futura bici, mi futuro crono... etc. Digamos que me fui empapando de triatlón (y lo que este supone, que además de esfuerzo es mucho €€€). Incluso me planteé hacerme con un Iphone, ya que vi un stand de una compañia operadora de móvil que lo ofrecía y yo ya estoy un poco harto de la mía... para que veais que no sabes por donde pueden llegar la solución a tus "problemas".

Recogí el dorsal y todos los "cacharritos" que venían con el... el chip "recuerda que tienes que ponertelo con la cinta de velcro que te damos en el tobillo izquierdo", "el dorsal en la bici tiene que ir detrás y corriendo delante", "no puedes nadar sin el gorro"... bueno, todo esto ya lo sabía... así que puedo sentirme triatleta "en teoría".

Me quedé un rato más hasta ver la pequeña charla que nos dieron para explicarnos los detalles técnicos. Salí de allí bien informado, parecía un experto en esto del tri. No había lugar a dudas, no había miedo, solo ganas de disfrutar. ESO SÍ, no te duermas que tienes que llegarte a la tienda a comprarte un casco, y eso hice. Me compre el casco, llegué a casa, y terminé de dejarlo todo listo. Por la noche un poco de meditación, visualización, y elegir que ropa ponerme.

Segunda Parte: El día D.

Me desperté sereno con las ideas claras... no me iba a levantar hasta que no tuviera la sensación de haber descansado bien, desayunar algo a media mañana y así ya no comer tan fuerte... e ir a la carrera con ni muy temprano pero tampoco tarde que no me dé tiempo a situar todo lo que tenía que situar. Incluyéndome a mi mismo. Así pues, enganché a mi hermano que iba a cumplir las labores de mochilero (escudero del guerrero) y a las 12:30 más o menos salimos hacia el centro de alto rendimiento de La Cartuja.

Me costó encontrar aparcamiento, sacamos la bici, la montamos y venga que nos vamos a colocarla YA. Por el camino al CAR vamos viendo a la gente y la infraestructura logística que llevaban... furgonetas, comida, algunos parece que tenían una roulotte dedicada a esto del triatlón... y si nos paramos a mirar bicis... para de contar. Pero mi mountain bike iba ella orgullosa, con sus acoples nuevos, cortitos, sin amilanarse, sin sentirse inferior a las maquinas que pesan tantos gramos como euros cuestan... Parecía que dijera... "vosotras seréis muy ligeras... pero yo también soy fuerte, y eso que no tengo cubiertas lisas... que si no....".

Bajo la rampita de acceso, y no hay mucha cola para hacer el checking, así que pienso... vamos para dentro ya, para qué demorarlo más. Voy pa'lante y de repente... "quieto" - "¿quieto? ¿Cómo que quieto? ¿que he hecho ya?" - "¿Te han rotulado?" - "Uy, pues no..." - "Dejame el brazo, la pierna y dime tu dorsal" - Y allí estaba yo, que no estoy muy decidido con el tema de hacerme un tatuaje... siendo marcado como un cochinillo camino del matadero.



Y para colmo de "marcas" me viene otro voluntario y me da una pulsera, y me la pone en la muñeca izquierda. "TRIATLETA" pone. Uff... ¡cuanta responsabilidad!


Me chequean la bici, el casco, los dorsales y "ya puedes entrar". El sitio es grandísimo, a ver donde queda mi sitio... lejísimos seguro... bisca el 1254... 1254... uy... si está aquí mismo, en la primera hilera después de salir del agua y justo enfrente de la puerta de salida. Pues nada... mejor para mi. Lo coloco todo, con mimo, memorizando todo lo que tenía que hacer... ¿las zaptillas mejor aquí? ¿o allá? ¿y la bici... mirando para adelante... o para el otro lado? ¿tan novato soy que no voy a saberr ni como montarme?







A eso que me viene uno con una bicicleta de esas que valen más que mi coche y digo... uff, este me va a pegar el palizón del siglo en la carrera... y me pregunta "las bicis ¿las ponemos donde queramos?" ¡Anda! Vaya pregunta que me haces... ¿y tú eres un experto del triatlón? Me di cuenta que mucha gente, no es más que apariencia... que después no tienen ni idea o no corren ni a la de tres... Eso me subió la autoestima.

Cuando lo dejé todo colocado, hice una visita más a la feria, vi la salida de los "olímpicos". Vaya lo que me esperaba... y eso que yo iba a hacer menos distancia que los máquinas esos.

Me voy a la zona de meta, para reponer un poco de fuerzas, pero sin pasarme, y así de paso le enseño a mi hermano el camino... para que pueda ir solo. Menos mal que me acompañó. Desde aquí le doy las gracias por ello, porque me hace una gran labor, me da compañía, me ayuda con los materiales... etc. Lo malo es que no consigo meterlo por la vereda del deporte. Se queda como mero espectador.


Me voy a la salida, ya con todo preparado, gorro, gafas, he puesto medio bidón de agua "fresquita" en la bici... y a esperar la llamada. Lo hacen, nos reunen, nos dan las últimas instrucciones... "id pasando al pantalán y os tiráis al agua a esperar la salida". Allá voy... ya sí que no hay vuelta atrás... miro al agua... no sé qué espero a tirarme, por qué dudo tanto... me tiro. Estamos todos apelotonados esperando una señal que diga que ya podemos salir... trato de hacerme hueco porque si no la paliza que me van a dar (y contestar por mi parte) va a ser impía. De repente dan un silbatazo y era la señal para la salida. ¿A que según como lo leéis parece que no habían dado la salida ni nada? Pues así nos quedamos algunos... ¿ya? ¿Ahora es cuando tenemos que empezar a patalear? Pues los que estaban a mi lado empezaron a chapotear y me dije... bueno... pues esto es ya el momento de la verdad... y venga a empezar a patalear y bracear... ojú... qué briega, qué lucha. Más que nadar eso era un pelea (sí, pelea) constante con el resto. Llegué a la primera boya que estaba a unos 100 metros cansado pero no por nadar, sino por la lucha constante. Si es que hoy, que han pasado ya unos diez días, aún tengo cardenales en las pantorillas. Traté de salirme al carril exterior mientras doblaba las boyas y lo conseguí no sin mucho trabajo. En la vuelta conseguí enganchar un buen ritmo de natacíon, no era rápido pero al menos era constante. Lo malo es que ya andaba muy cansado (y sólo llevaba unos 200 metros). Enfilé la salida del agua con la vista puesta en la rampita que había para salir y nadé a braza incluso... lo bueno es que yo a braza voy bastante bien. Rampita con moqueta azul... la toco con las manos... me puedo poner de pie ¿sí? vamos... vamos... me apoyo en el que me precedía... ni se molestó... y voy como un zombi (porque tenía memorizado el camino hasta mi bici) hacia mi box. Me voy quitando las gafas, el gorro... mirando donde piso... que lo mismo me clavo algo... y veo mi camiseta azul encima de mi bici... así que visteme despacio que tengo prisa... camiseta, dorsal con su elástico, gafas de sol, zapatillas (con cierta torpeza, tengo que mejorar la puesta de zapatillas... abrirlas más o algo)... ¿ya está todo? No... el casco... y al mismo tiempo que recordé que tenía que ponérmelo, le echaron una bronca monumental los jueces a uno que iba con la bici para afuera ya pero sin casco... "Abrochate el medio melón este... que si no viene el juez-feroz y como mínimo te riñe". Ya lo tengo todo puesto... (un minuto más o menos tardé en ponerme todos los "avíos") ahora sí... engancho la bici por el sillín y voy trotandito... con cierto orgullo, como los potrillos cuando dan sus primeros trotes... "aquí voy...".



Cruzo el portal, -"ya puedes montar"- Decido ir un poquito más adelante... freno, me monto, sin sobresaltos y empiezo a meter pedales... aún tenía que salir del CAR. Unos 40 metros que aprovecho para ver que lo tengo todo bien ajustado, y yo bien acoplado a la bicicleta y cuando salí... empecé a marcar ritmo, adelantando poco a poco, uno a uno (también me adelantaban a mi, pero casi todos los que lo hacían eran bicis "canijas". En el puente del Alamillo un chaval me pidió agua, porque esperaba que nos la dieran ¡en la bici!. Mi alter ego samaritano salió a la luz... le di el bidon, y me lo devolvió antes de enfilar la calle Torneo... y en ésta, pillamos un ritmo casi contrarrelojero, lástima que tenga ruedas de montaña. Miré a mi velocímetro pero ¡ups! se me olvidó y no tenía referencias claras. Ya en la Cartuja de nuevo dimos un rodeito y enfilé la entrada para el CAR de nuevo... qué rápido ha sido, casi me ha sabido a poco. Bajo rampa, veo el portón de entrada... pienso en bajarme en marcha, pero no me atrevo (es una técnica que me gustaría aprender). Así que freno en seco, desmonto y trotandito hacia mi box... suelto la bicicleta en su sitio, casco fuera, bien colgadito en el manillar... me paso el dorsal hacia delante y... ya puedo empezar a correr ¿no? Qué rapido, no tardaría en esta transición ni 20 segundos. Así que empiezo con mi paso de gheisa a trotar y a pesar de que era cortito, no es que fuera como una exhalación, pero no iba despacio del todo y llevaba buena cadencia, con lo cual iba adelantando a gente, uno a uno... poco a poco. Y esto me hizo más ameno el pasar del suelo, que debido al cansancio era casi insufrible. No es que estuviera superentrenado, pero al menos no tenía ganas de echarme a la cuneta y retirarme. Apretaba aunque no podía, no me quedaban muchas fuerzas. Finalmente voy adelantando y coincidiendo con algunos de los olímpicos y sprinters (las otras distancias) y llego a meta. Qué descanso. Qué peso me he quitado de encima. Pero no porque se acabara la carrera y ya pudiera decansar. Era porque ya era un finisher. Ya sé que soy capaz. Y sé que si entreno más. Podré llegar más lejos.


Tercera parte: ¿Y ahora qué?

Ya soy finisher. ¿Ya ha acabado todo o por el contrario, esto no ha hecho más que empezar? ¿Qué hago ahora? Para empezar he hecho un escrutinio de mi cabeza. He llegado a la conclusión de que me gusta hacer deporte, pero variadito, no limitarme solo a hacer rodajes corriendo de una hora. Quiero huir de la monotonía, de la rutina. Entrenar varios deportes, practicar cosas nuevas, orientación, esquiar, piragüismo... variar, y no parar. No tomarme tampoco todo demasiado en serio el deporte. Lo justo y necesario como para llevar un entrenamiento y preparación adecuado... no pecar de flojera ni de sobreentrenamiento. Trataré de disfrutar del deporte en compañía. Lo malo es que para todo esto hay un factor que me limita, que no es otro que el dinero. Es decir, si quiero practicar tantas cosas, implica mucho gasto de dinero. Material, algún club, federarte, gimnasio, viajes... así que tengo que priorizar y racionalizar. Pero poco a poco y con tiempo, NADA ES IMPOSIBLE.


¿Cuales son mis próximos objetivos o targets? Pues de momento, coger una rutina (no en cuanto a monotonía, sino de entrenamiento), afinar mi cuerpo y así poder afrontar desde un estado físico óptimo cualquier reto que me proponga. Así que por eso, desde el lunes estoy entrenando la natación bajo la supervisión de una monitora. Y esta tarde hablo con la directora de mi gimnasio, que me va a coordinar mi entrenamiento con vista a mis próximos objetivos, que de momento van a ser los triatlones cross de verano, en Vva. del Río y Minas, Aznalcollar y El Castillo de las Guardas (hablo de memoria). Posiblemente, alguna carrera popular y algún duatlón al que ya me han invitado. En fin NON STOP y ENJOY.

Y además hay otra cosita allá cerca del fin de año... que más adelante desvelaré. Quizas en la próxima entrada.

¿Me acompañas?

P.D.: Me permito poner el mismo título al post que Fara cuando hizo su triatlón por primera vez, porque es una opinión que comparto con ella. Al igual que cuando hacía maratón, decía lo mismo. Te saldrán mejores maratones, mejor o peor entrenados, mejor o peor organizadas, en mejores ciudades, pero como el primero... ninguno. Pues esto es lo mismo, como el primero, ninguno. Con tu permiso Fara.

1 comentario:

  1. chico que lío con la infraestructura triatlética verdad? jejej pero bueno te hiciste con ello, enhorabuena finisher, con pulserica y todo ami nunca me han dado una...en cuanto a tus planes, están genial, sobre todo huir de la monotonía, tú sí que sabes!

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